lunes, 22 de julio de 2013

Te odio



Te deseo y te extraño con la misma fuerza con la que te odio. Con tan poco tiempo. Sólo con dos miradas y tu tacto.

Algo irracional.

Algo insano.

¿Cómo puedo echar de menos a alguien que ni conozco? Quizá sea por mi intuición suicida. Mi lado femenino. L’emisphere gauche, como lo llaman los de ahí arriba.

Quizá sea porque me temo cosas en ti demasiado mías. Demasiado conocidas. Ese olor tan íntimo y personal, tan viejo y tan rancio, de un conflicto nunca resuelto, y que nunca deberá ser resuelto.

Quizás sea por eso que te odio tanto como me odio a mi mismo. Quizás sea ese odio tan intenso como el deseo que despiertas en mi. Es el mismo sudor, la misma sangre, la misma rabia con la que te despedazaría como a un cordero, …es la misma energía con la que te colmaría a besos.

Nunca han sido necesarios en mi muchos encuentros en el tiempo para conocer en profundidad a alguien. Más bien al contrario. Las primeras citas han estado cruciales. Las siguientes, en muchos casos, prescindibles. Soy animal intuitivo.

Te deseo desde lo incomprensible. Me atraes desde lo misterioso. Y te quiero desde mi locura. ¿Cómo se puede querer a alguien que está tan loco como yo?







Te persigo y te detesto. No existe el término medio.

Tan vanidosa que te cosería la boca con hilo de pescar. Tan ingeniosa que tendría que volvértelo a quitar. Con cuidado. Con cariño. Para no estropear esos labios que no pararía de mirar.

Todavía no sé porque apareciste en mi vida…y aún menos si volveré a verte.

No creo que seamos incompatibles. Quizá toda esta mierda es porque lo somos demasiado. Todo este holocausto emocional terminará en algo. Como después de la lluvia de verano.

Te gusta tenerlo todo controlado. Necesitas que todo vaya a tus tiempos y a tu paso. A mi no me gusta que me controlen ni dirijan mis pasos. Soy animal asilvestrado. Y muerdo.

No sabes como reaccionar si las cosas no siguen tu agenda. Te pones nerviosa si los acontecimientos no salen como lo esperado.

El orgullo es un veneno potentísimo que sirve para defendernos de todo y de todos. Sin mesura, sin criterio, sin dirección. La mayoría de veces contra quién menos lo merece. Inyectamos el líquido amargo a través de nuestros colmillos como una serpiente de cascabel. Como animales acorralados atacando por sobrevivir delante de un peligro que no existe. Que nos hemos inventado. Como nuestro enemigos, la mayoría creados por nosotros mismos. Como si no tuviéramos suficiente trabajo, o la vida no fuera ya suficientemente miserable.

No eres de dar la razón por las buenas. ¡¡Hay que currárselo amigo!!Abierto todos los días del año, veinticuatro horas. No hay descanso. Sin cuartel.

No darías tu brazo a torcer ni aunque confirmaras que todas mis extremidades están rotas y destrozadas. Saboreando el placer indescriptible que produce ver suplicar al objetivo de tus dardos una respuesta tuya, una noticia, una bandera blanca. ¡¡ Y qué orgasmo tan intenso es ver como se rinden y claudican a tus pies¡!! De qué forma has aguantado como una guerrera, ganando otra batalla.

Pobres ignorantes, los infelices que no tienen un orgullo tan tremendamente ejercitado como el tuyo, cuanto placer se pierden ¡!!!

Serias capaz de mantenerte en tu posición aunque no hubiera nada que defender, como el último peón negro en un tablero de ajedrez vacío. Serias capaz de no ceder ni un milímetro hasta ver todas las piezas restantes caer.

Aunque nadie sepa, excepto yo, que tu coraza de hierro forjado sólo esconde la cosa más tierna, delicada y vulnerable: tu corazón malogrado.

Como el mío. Como yo. Por eso te conozco desde hace años.

Te haría tan bien si tú te dejaras.

Es de locos.

Eres tan yo que me das asco. Soy tan tu que me muero por sentir tu tacto.


Otra vez.




No hay comentarios:

Publicar un comentario